Fleur ha caído lo más bajo a lo que puede llegar una joven bien educada como ella en la Inglaterra victoriana. Obligada a vender su cuerpo en las calles, se entrega a un hombre en una sórdida posada, un caballero apuesto y de espíritu atormentado. Pero después de este único cliente, tiene un golpe de suerte y la contratan para cuidar a la hija de Adam Kent, el duque de Ridgeway. La sorpresa de la muchacha cuando descubre que el duque y aquel hombre de la posada son la misma persona no tiene límites. La relación que comenzó de la forma más inconfesable se ha convertido ahora en un juego peligroso de deseo y silencios, en el que el amor verdadero sólo tiene una mínima posibilidad de salir triunfante.
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