domingo, 30 de diciembre de 2018

Naked Nobility - Sally MacKenzie


La fiesta en casa del vizconde prometía ser una de las mejores de la temporada, y Lord y Lady Kilgorn están encantados de asistir. Ojalá este matrimonio separado se hubiera dado cuenta de que ambos estaban invitados, y que se les había asignado el mismo dormitorio…


La sorpresa de su vida…
Sofisticada. Escandalosa. Definitivamente, la señorita Sarah Hamilton, una buena chica de Filadelfia, encuentra a la sociedad londinense completamente impactante. ¿Cómo es posible que haya despertado de su inocente sueño al lado de un atractivo –y completamente desnudo– hombre? Las risas de los molestos espectadores detrás de la puerta no son de ninguna ayuda y está completamente convencida de que ese lunático no puede ser un duque… ¡tal y como afirma ser! Está comprometida… ¡pero ni por todo el oro del mundo se casará con él!
Su momento más dulce…
James, Duque de Alvord, está encantado ante su inesperada compañera de cama –y nada atemorizado por su femenina furia. Ciertamente las circunstancias y el lugar en el que se han conocido son excepcionales, pero esa salvaje americana –que no hace más que aporrear su almohada– es una auténtica belleza. Si Sarah se limitase a escuchar su razonable explicación de lo que ha sucedido, seguro que conseguiría cautivar su corazón… para siempre.


Nueva en la sociedad londinense y bastante… patosa… Lady Grace Belmont prefiere esconderse tras una palmera que bailar con un hombre al que no conoce. Pero David Wilton, el barón Dawson está buscando esposa. Las generosas curvas de Grace y su notable altura no le intimidan en absoluto. De hecho, sería más acertado describir su reacción como «lujuriosa» a la encantadora recién llegada. Antes de que Grace tenga tiempo siquiera de pararse a pensar, se encuentra en sus brazos, cometiendo una indiscreción tras otra. El diabólico atractivo del barón, por no mencionar sus espléndidos músculos, son sencillamente imposibles de resistir. Su amada tía y carabina le aconseja que tenga paciencia, pero Grace no está dispuesta a hacerle caso y menos cuando el apuesto barón le susurra cosas tan deliciosas al oído...


Él era un hombre práctico...
A la hora de proponer matrimonio Charles Draysmith era tan romántico como los fríos páramos de Diciembre. Puede que Emma Peterson fuera la hija de un simple vicario, y que él sea el nuevo Marqués de Knightsdale, y puede que quisiera casarse con ella para tener que evitar buscar una prometida entre las insulsas damas de la sociedad. Pero el colmo de los colmos llegó cuando tuvo la osadía de decirle lo mucho que iba a disfrutar "haciéndola" un heredero... y es que hay cosas que una dama no puede permitir.
Pero ella era toda pasión...
Las mujeres tienen ese "algo" que consigue atraer la atención de un hombre. Puede que su propuesta carezca de gracia, se dice a sí mismo Charles. Pero es la solución perfecta: él consigue una esposa, sus pequeñas "cargas" consiguen a la madre que tanto necesitan, y Emma obtiene una vida segura y una buena posición en la sociedad. ¿Lo ves? Así de simple. Práctico. Sensat... -¡oh no!, no me lances la figura de porcelana... Vale, lo mejor es que le confiese la verdad para calmarla. Y la verdad es que está loca y completamente enamorado de ella.

Él la tomó por sorpresa…
Cuándo un conde desnudo trepa a través de la ventana de su dormitorio, Lady Elizabeth Runyon hace lo que toda dama de buena cuna debe hacer: gritar. Muy alto. Y entonces… bueno… Lizzie está harta de hacer siempre lo correcto. Quiere ser atrevida. Más aún si cabe, quiere ser licenciosa. Así que esta vez no se pondrá su camisón, esta vez será absolutamente descarada.
…y ella le devolvió el favor
Robert Hamilton, Conde de Westbrooke, no tiene intención alguna de ser llevado al altar a través de un engaño por una mujer detestable, y si para ello tiene que escapar desnudo trepando por un tejado… pues vale… lo hará. Gracias a Dios hay una ventana abierta -así como una desnuda, algo borracha y atractiva Lady Elizabeth esperándolo. ¡Virgen Santa! Si los pillan en ese estado tendrá que casarse con ella. Pero, de pronto, la idea le parece deliciosa… y la tentación de su cuerpo, irresistible.


Después de ocho temporadas en Londres, la señorita Jane Parker-Roth está deseando abandonar la tediosa búsqueda de marido a favor de intereses más excitantes. De modo que cuando se encuentra a un intruso en casa de su anfitrión, no está dispuesta a dejar escapar al sinvergüenza. Hasta que descubre que está forcejeando con un Vizconde, Lord Motton, un aristócrata con el que no le importaría encontrarse en la oscuridad. Y cuando hacen añicos una escandalosa estatua del dios Pan, los problemas no han hecho más que empezar…
Motton estaba buscando unas pruebas incriminatorias, pero las impactantes pistas dentro de la estatua desnuda, distan mucho de lo que esperaba. Lo mismo puede decirse de Jane, quien demuestra tener talento para interferir en sus asuntos. Y cuando su búsqueda se vuelve un tanto inapropiada, descubre que la impetuosa señorita Jane también tiene un gran talento para esas cosas…


John Parker-Roth no puede creer que el matrimonio sea un requisito necesario para alcanzar la felicidad. Preferiría dedicarse a sus intereses en la horticultura, pero si algún día encuentra una mujer que comparta su pasión por las flores, una mujer juiciosa y sosegada, podría reconsiderarlo. Sin duda la encantadora joven que le ha caído en el regazo no es dicha mujer, pues no
ninguna de tan admirables cualidades. No obstante, la señorita Margaret Peterson tiene muchas cosas a su favor. Para empezar, es una auténtica rosa inglesa,
que adquiere un delicioso tono rosado cuando se ruboriza. Y no está totalmente vestida. Su carnosa boca suplica ser besada. Ojalá no se moviera de ese modo tan….¡Ay, Dios! John no puede ignorar la repentina visión de tenerla en su cama, pero debe hacerlo.


Josephine Atworthy está escandalizada por lo que ocurre durante las fiestas que se celebran en casa de su rico vecino. Mejor dicho, horrorizada. Pero el recatado encanto de Jo, cautiva a un misterioso noble, que le pide un beso… y luego otro. Y en un abrir y cerrar de ojos los dos caen en las profundas redes del amor.


Una indiscreción fue sólo el principio…
El ligero exceso de una noche – oh, está bien, él estaba muy, muy borracho – es la razón por la que Stephen Parker-Roth se ve obligado a casarse y así evitar un escándalo. Aunque su “indiscreción” es preciosa, una belleza pelirroja bajo un horrible sombrero pasado de moda. Pero enseguida empieza a sentirse complacido por su compromiso con esa excelente candidata a esposa – y por anticipar las travesuras que van a realizar antes de la boda…
Lady Anne Marston hace mucho tiempo que no piensa en nada que tenga que ver con la idea del matrimonio. Ese es el precio que tiene que pagar por los errores de su pasado. Pero una breve conversación con un atractivo granuja, no debería haber provocado que se viera envuelta en un compromiso falso. Incluso, aunque él no le hubiera dado ese impresionante beso… a plena luz del día… al lado de la casa de la mayor cotilla de Londres. Ahora, atrapada entre el secreto y la mentira, Anne tiene que encontrar la manera de alejarse de ese seductor y enloquecedor hombre, antes que Stephen descubra la verdad – o pierda su corazón por él…

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