Un multimillonario hastiado.
La chica que se escapó.
Una segunda oportunidad nunca ha sido tan sexy.
Abby
La tecnología lo tiene todo para mí. Y no estoy hablando de mi teléfono siempre enfermo o del temperamental Smart Board en mi salón de clases. Me refiero al “Tech Genius” aclamado internacionalmente, antes conocido como el chico que solía amar.
Ya era bastante malo ver esa sonrisa arrogante mirándome desde mis fuentes de noticias, los sitios de chismes y, bien, la revista de fitness para hombres ardientemente atractivos que compré en un momento de debilidad. Pero ahora está de vuelta en casa, burlándose de mí con los recuerdos que he tratado de dejar atrás, apiñándose en mi espacio y burlándose de mí con el beso que no puedo resistir. Sé que es solo cuestión de tiempo antes de que vuelva a perderlo. Ya me ha dicho que no se quedará, me advirtió que ha cambiado. Sé que es mejor no dejar que se acerque demasiado, así que, ¿por qué no puedo alejarlo?
Comenzó como una broma…
Una promesa descartada entre amigos.
Un desafío por un solo beso en nuestro reencuentro y nada más.
Pero ese beso…
Ese beso no fue un asunto de broma.
Fue caliente y estaba húmedo.
Una especie de locura sin aliento, con las manos en todas partes, que nos dejó a los dos tambaleándose al borde del abismo.
Tiene reglas para salir con chicos como yo…
Reglas que respeto muchísimo cuando se aplican a cualquier otro atleta profesional.
¿Pero como se aplican a mí? Bueno, esas reglas están a punto de romperse.
No soy un idiota total…
La mayoría de los días, soy un tipo condenadamente decente. Solo que no con la hermana de mi amigo. Ella es sexy como el pecado, aguda como el infierno, y también es la pequeña arpía exuberante que me ha estado molestando desde que éramos niños.
No quiero hacerle un favor…
Si hubiera sido cualquier otra damisela en apuros buscando sacudir algo de atención no deseada, habría sido el novio falso perfecto durante los cinco minutos.
Pero Laurel saca al bastardo que hay en mí, y cinco minutos apenas parecían tiempo suficiente para hacerla retorcerse.
Ella quiere superarme y yo quiero ganar.
Pero tal vez yo también necesite un favor…
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