“Ahora estás a mi merced, amore.”
Perdón, bella. Te tocó una mala mano.
Testigo de un delito, ahora eres mi prisionera.
No quise que esto sucediera así, pero atarte a mi cama y hacerte gritar es un placer inesperado. Un privilegio, en realidad.
E incluso si confiara en ti, ahora que te he probado, no estoy seguro de si te dejaría ir…
Perdón, bella. Te tocó una mala mano.
Testigo de un delito, ahora eres mi prisionera.
No quise que esto sucediera así, pero atarte a mi cama y hacerte gritar es un placer inesperado. Un privilegio, en realidad.
E incluso si confiara en ti, ahora que te he probado, no estoy seguro de si te dejaría ir…
Éste y los demás aquí
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