A las 33 semanas de embarazo, Amy está segura de que pronto sucederá algo malo, como ya había sucedido muchas veces antes. En el fondo, teme que sea solo cuestión de tiempo antes de que el bebé que lleva muera. A pesar del hecho de que Amy había sido abofeteada, repetidamente en la cara con múltiples abortos espontáneos, todavía parece que no puede callar esa vocecita en el fondo de su cabeza que le grita que no pierda la esperanza.
Sigue la historia real de Amy mientras avanza con tropiezos en su viaje con humor y calidez, mientras lidia con las neurosis que acompañaron a que sus esperanzas se hicieran añicos una y otra vez. Todo lo que tiene que hacer es cerrar los ojos y regresa a los recuerdos de sus pérdidas; en el piso de su baño, en el hospital, e incluso en su lugar de trabajo. Nadie sabe lo que pasa por la mente interna de una mujer que perdió cinco bebés y sufrió tantas decepciones.
¿Podrá la Esperanza realmente sobrevivir a recuerdos como estos?
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