El dinero puede comprar cualquier cosa. Y a cualquiera. Como cabeza de la familia Constantine estoy acostumbrado a que la gente se incline ante mi voluntad. Cruel, rígido, inflexible... soy todas esas cosas.
Cuando descubro a la única mujer que no se amilana bajo mi mirada, sino que me sonríe, me intriga. Ash Elliott necesita dinero, y yo la hago comerciar con la crueldad y la degradación.
Anhelo sus lágrimas, sus gemidos, su sumisión. Pago por cada una de ellas.
Y cada vez, regresa a por más.
Cuando me desafía con una oferta propia tengo que decidir si estoy dispuesto a darle mucho más que dinero en efectivo. Pero el amor puede tener consecuencias mortales cuando viene de un Constantine. Al filo de la medianoche, esa elección puede ser una pérdida para ambos.
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