Ella no creyó que la vi. Escondida detrás de su gorra de béisbol y ropa holgada, pero Jesús, la vi. La he seguido, la he espiado, la he acechado.
Mira, no soy un buen tipo. Nunca he querido a nadie en mi vida excepto a mis clientes. Los que me quitan y yo quito con un cuarenta por ciento encima y tal vez algunos dedos rotos.
Esto no puede estar sucediendo. Una llamada telefónica, una revelación y aquella en la que he puesto mi mirada nunca podrá ser mía. No de la forma en que me lo había imaginado todas las noches durante medio año. ¿Cómo voy a mirarla a esos ojos plateados y no pensar en tomarla de todas las formas sucias que he imaginado? Solo que las cosas no son lo que parecen. El destino abre la puerta y yo no solo voy a cruzar; sino que voy a derribarla de una patada.
Cuando descubra quién soy, qué soy, puede que todo haya terminado de todos modos, pero hasta entonces, perseguiré lo que es mío, incluso si está mal.
Éste y los demás aquí
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