¿Por qué ser la oveja, cuando puedes ser el lobo?
Ismae con diecisiete años se ha escapado de la brutalidad de un matrimonio arreglado en el santuario del convento de San Mortain, donde las hermanas todavía sirven a los antiguos dioses. Ahí se entera de que el mismísimo Dios de la Muerte la ha bendecido con peligrosos dones—y un violento destino. Si ella decide quedarse en el convento, será entrenada como una asesina y le servirá a la muerte. Para reclamar su nueva vida, deberá destruir las vidas de otros. La misión más importante de Ismae la llevará directamente a la Corte Suprema británica—donde ella se encuentra lamentablemente sin la preparación adecuada—no sólo para los mortales juegos de intriga y traición, sino para las imposibles elecciones que deberá tomar. ¿Pero cómo puede ella entregarle a la muerte la venganza que espera, cuando el objetivo, contra su voluntad, le ha robado su corazón?
Me inclino hacia delante, empujando mi cuerpo más allá de las almenas. El viento tironea de mi capa, se zarandea contra mí, como si pudiera alzarme en vuelo, igual que las aves o el alma del caballero. Déjate llevar, grita, te llevaré muy, muy lejos. Quiero reirme ante la sensación estimulante, yo te atraparé, silba seductoramente.
El convento ha regresado a Sybella a una vida que casi la volvió loca. La ira y brutalidad de su padre son aterradoras, y el amor de su hermano es igualmente monstruoso. Cuando descubre un aliado inesperado prisionero en los calabozos, ¿una hija de la Muerte encontrará algo más que venganza por lo que vivir?
Annith ha visto a sus dotadas hermanas del convento ir y venir, llevando a cabo sus asuntos oscuros en el nombre de San Mortain, esperando pacientemente su propio turno para servir a la Muerte, pero sus peores temores se hacen realidad cuando descubre que la abadesa la está preparando como una Vidente, para permanecer por siempre secuestrada en el vientre de roca y piedra del convento.
Sintiéndose profundamente traicionada, Annith decide atacar por su cuenta.
Ha pasado su vida entera entrenando para ser una asesina. Solo porque el convento ha cambiado de opinión no significa que ella también.
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