Ya nada tiene sentido. Asuntos como el trabajo, la letra del coche o la hipoteca perdieron toda la importancia cuando la infección golpeó las grandes ciudades haciendo que cundiera el pánico.
El mundo que nos había sustentado y del que nos habíamos creído los amos se ha rebelado contra nosotros convirtiéndose en un medio hostil en el que los sentimientos se han transformado en instintos.
El hombre, hasta ahora el mayor de los depredadores, ha pasado a ser la más indefensa de las presas presentes en un entorno en el que sólo importa una cosa: Sobrevivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario