Si pudiera, Casey habría recibido a todos los niños que la necesitaran. Pero su guardería estaba llena y ella tenía que decir que no, aun al autoritario Luke Pierson. Luego una mirada de los ojos de su vulnerable de su hijo, la hicieron cambiar de idea.
Pronto Casey comenzó a ver un eco de esa vulnerabilidad detrás de la fría fachada de Luke, y se vio peligrosamente atraída. ¿Pero cómo podrían tener un futuro juntos cuando Luke no conocía su secreto? Que ella tenía que depositar todo su amor en los pequeños a su cargo porque sabía que eran lo más cercano que tendría a tener uno propio.
Alexandra Porter era la más práctica, la más sensata, frustrante poco colaborativa mujer que Clif Andrews hubiera conocido. También era una empleada leal y devota. Madre. Tan leal y devota que no tenía tiempo para considerar un romance con el presidente de la compañía para la que trabajaba.
Pero Clif era un hombre muy determinado. Había esperado mucho tiempo por una mujer que pudiera amar, un niño que pudiera adorar. Todo lo que tenía que hacer era convencer a la correcta Sra. Porter que amarlo no era incorrecto, para nada.
La millonaria Trudy St. Martin está siendo chantajeado. Ivy Murdoch, la hija del jardinero, es invitada de regreso a la finca, junto con la familia y amigos de Trudy, para el 80 cumpleaños de Trudy. Caine St. Martin, el hijo adoptivo de Trudy, encuentra las acciones de Ivy sospechosas. ¿O está vigilando de cerca a Ivy por otras razones más personales?
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