Lady Alexandra Morley tiene sus motivos para abandonar Londres durante un año y retirarse a un castillo en la campiña italiana. La acompañarán en su viaje su hermana menor Abigail, a punto de convertirse en una solterona, y su prima Lilibeth y su hijito, huyendo de la brutalidad de su marido. Las tres damas tienen la intención de leer a los escritores clásicos, para demostrarse a sí mismas que las mujeres también pueden dedicarse al estudio serio.
Entretanto, el respetado científico Phineas Burke visita al duque de Wallingford y a su hermano lord Roland en su residencia londinense con una sorprendente proposición. Ha leído en el Times que un noble italiano debe abandonar sus posesiones durante un año y que ofrece en alquiler su castillo al respetable viajero que esté interesado en instalarse allí. Burke, que necesita unos meses para probar el prototipo eléctrico con el que pretende participar en una carrera de vehículos a motor que se celebrará en Roma, conoce mejor que nadie la merecida fama de calaveras de los dos hermanos y también el lamentable estado de sus finanzas.
Por ello les propone correr con los gastos de la estancia, a cambio de que lo acompañen durante doce meses de abstinencia y reposo, lejos de las mujeres.
Una carambola del destino, o quizás los duendecillos que merodean por las inmediaciones del castillo, unidos a la magia romántica del paisaje italiano, desbaratarán los estrictos planes de los seis viajeros, cuando la chispa del amor prenda entre lady Alexandra y Phineas Burke.
1890, la Toscana. La casualidad vuelve a reunir a dos eternos enamorados separados por el honor y el deber, que siguen interponiéndose entre ellos.
Hace seis años, Lilibet Harewood y lord Roland Penhallow estaban enamorados, cuando él se vio obligado a abandonarla sin decir una palabra. Tras mucho tiempo sin noticias suyas, Lilibet cedió a las presiones familiares y se casó con lord Somerton, un hombre cruel con el que tuvo un niño.
Ahora Lilibet ha decidido huir con su hijo, de cinco años, a un castillo italiano donde piensa permanecer oculta. Entretanto, ante una peliaguda situación personal, Roland opta por alejarse de Londres y retirarse por una temporada en la Toscana.
Ni Roland ni Lilibet se imaginaban que sus caminos volverían a encontrarse. Mientras ella lucha por comportarse como una dama, él no está dispuesto a dejar pasar esta nueva oportunidad de recuperar a la mujer que nunca ha dejado de amar.
En esta segunda entrega regresamos a la magia de la campiña italiana, el escenario de encuentros pasionales y tentaciones clandestinas.
Las normas de la sociedad inglesa no están hechas para Abigail Harewood. La impetuosa joven está convencida de que ha llegado el momento de vivir a su manera, y ha tomado la irrevocable decisión de que lo primero que debe hacer es tener un amante. en cuanto el apuesto duque de Wallingford aparece en el umbral del castillo italiano donde reside temporalmente, Abigail sabe que es el candidato perfecto.
Por su parte, Arthur Wallingford se ha exiliado de forma voluntaria a Italia para demostrarle a su abuelo que es algo más que un niño malcriado y egoista, que salta de un lecho femenino al siguiente. Pero el año de abstinencia estricta que el joven aristócrata se ha impuesto a sí mismo se verá alterado cuando conoce a Abigail, una mujer fascinante, un espíritu libre cuyos encantos e inteligencia resultan peligrosamente tentadores.
Pasión, sensualidad e intriga vuelven a surgir bajo el mágico cielo de la Toscana, en el encantador cierre de la serie “Romances a la luz de la luna”.
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