LA LLAVE... No es la llave a un tesoro escondido.
No es la llave a un lugar celosamente custodiado.
Pero de algún modo lo es...
Porque LA LLAVE es la que permite abrir el cinturón de castidad que usa la protagonista.
Esta divertida comedia romántica nos lleva a la Escocia medieval.
Iliana se casó por seguridad y Duncan se casó por el dinero que le reportará la dote de ella. Y por supuesto este matrimonio va a la deriva. No sólo porque no han consumando el matrimonio sino porque se han unido una mujer con una tendencia compulsiva a la limpieza y un hombre desaliñado, sucio y amante de la cerveza.
Pero Duncan necesita el dinero de la dote para llevar a cabo las reformas necesarias en la fortaleza y hará lo posible e imposible para encontrar la endemoniada llave que le permita abrir el cinturón de castidad de su esposa.
En cuanto a las reformas, Iliana considera que sería más práctico tirar el castillo abajo y volver a reconstruirlo porque lo ha encontrado en un estado de suciedad y deterioro que va más allá de lo imaginable.
Iliana no entregará la llave, ni su cuerpo, hasta terminar la limpieza general del castillo y hasta que su marido tome un baño. ¿Ustedes creen que esto es fácil? Imagínense tener que bañarse en un helado lago escocés...
La batalla entre Iliana y Duncan por una llave ha sido declarada y el erotismo, que cada uno despierta en el otro es, lo único que no cierra en esta guerra...
Hasta que la guerra se convierte en algo muy real: intentos de asesinatos, un castillo asediado y una mujer que deberá recurrir a su ingenio para salvarlo.
¿Salvar el matrimonio? ¡Ah! No, esa es otra historia y para saber cómo lo hará tendrán que leer esta divertida y sensual novela de escoceses.
Si creían que humor y época medieval es una combinación imposible esperen a leer: La Llave.
¡Preferiría mil veces ir a un convento!
Esa no ha sido su primera opción, pero la escocesa Seonaid Dunbar —que ha sido educada como un guerrero bajo la tutela de su padre, al igual que su hermano— prefiere ponerse el hábito antes que matar a Blake Sherwell con su espada, que es lo que va a hacer si la obligan a casarse con él. No... ella no caminará sumisa hacia el altar, ni jurará obediencia a ese hombre al que la corte inglesa llama «Ángel». El pelo dorado y los ojos azules no demuestran la valentía de ningún hombre. Además, en Inglaterra no existe nada parecido a los ángeles... sólo hay demonios, y existen muchas formas de eludir a un pretendiente venido del infierno, aunque sea el mismísimo rey Henry el que ha ordenado el matrimonio.
No, la futura condesa de Sherwell no se quedará bordando en el castillo a la espera de que su marido llegue, como Blake piensa que hará. Ella escapará a su fortaleza y preparará su plan de defensa. Espadas y besos... esta guerra requiere todas las armas disponibles y la persecución está a punto de comenzar.
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