Guzzi Duet - Bethany-Kris

La vida de Cara Rossi ha sido un desastre desde que mataron a su gemela. Culpa a la mafia, sus maneras y las personas dentro de la cultura cáustica de una realidad dolorosa que puso su mundo patas arriba. En un intento de detener momentáneamente su miseria, una noche de fiesta la pone en el camino de un hombre con el que no debería involucrarse simplemente por su nombre: Gian Guzzi.
Es el tipo de hombre que hace que sea difícil decir que no.
Los problemas de Gian Guzzi se acumulan rápidamente. Un abuelo asesinado, una mafia impredecible y un nuevo jefe que amenaza tanto el legado de su familia como su vida. 
Como un subjefe de Cosa Nostra, Gian tiene un deber. 
Primero va la famiglia, y solo entonces él mismo. En medio de la violenta incertidumbre que se ha vuelto implacable en su época, Cara Rossi debería ser solo una distracción para él.
Ella es una felicidad que nunca le permitieron elegir.
Sus mentiras.
Esta vida.
Su amor.
Todo finalmente se deshace.

Gian Guzzi tiene todo lo que un jefe de la mafia podría desear, pero todo viene con cuerdas. No debería estar perdiendo el tiempo con una pelirroja que no puede tener cuando a los hombres como él no se les permite verse afectados por cosas tontas como el amor. El trabajo de un jefe nunca termina, y Gian tiene cosas mucho mejores de qué preocuparse: de alguien que lo quiere muerto, y alguien más que lo quiere en la cárcel para siempre. Sin embargo, él sigue arriesgándolo todo por un sabor más de Cara Rossi.
Un hombre sin amor no es hombre en absoluto.
Cara Rossi queda devastada por las cosas que Gian Guzzi no dijo. Tampoco puede olvidar todas las cosas que dijo. Necesita enfocarse en alejarse de él, no caer de nuevo en su cama. Por otra parte, la realidad tiene una forma de arruinar esos planes con cosas mucho más hermosas e inesperadas. Incluso si eso significa que Cara se vea obligada a cuestionar todo, desde su moral hasta su reputación. Todo para ser mujer de un hombre.
Una mujer sin respeto es una mala palabra.
Deber. Legado. Amor.
Siempre en ese orden.
O... así es como debería ser.
Pero la vida es desordenada cuando se enreda con el amor.
Las reglas no aplican.