Para Resa Davenport, estar en sus brazos sería como estar en casa después de haber estado ausente por mucho tiempo. A pesar de que nunca había sentido su abrazo, ella lo sabía. Tenía fuertes brazos y olía maravilloso, a jabón con un poco de limón, y a una loción para después del afeitado, muy masculina. Sus ojos azules eran seguros, serios, y sin embargo, había mucho más en ellos…
Abrió sus ojos un momento antes de que la campana sonara, su reloj interno estaba ajustado para despertarla de su meditación poco antes de su última clase del día. Sus pensamientos ciertamente no eran de meditación. Tampoco estaba tomando una siesta, a menos que soñar despierta fuera una subcategoría de siesta.
Cundo la puerta se abrió y allí estaba él, el objeto de sus deseos, el desconocido centro de sus sueños, ella se sintió tan aturdida como uno de sus alumnos.
Abrió sus ojos un momento antes de que la campana sonara, su reloj interno estaba ajustado para despertarla de su meditación poco antes de su última clase del día. Sus pensamientos ciertamente no eran de meditación. Tampoco estaba tomando una siesta, a menos que soñar despierta fuera una subcategoría de siesta.
Cundo la puerta se abrió y allí estaba él, el objeto de sus deseos, el desconocido centro de sus sueños, ella se sintió tan aturdida como uno de sus alumnos.
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