martes, 21 de noviembre de 2017

Piedras preciosas - Kerstin Gier


Como cualquier otro día, regresé pronto a casa al salir del instituto. Mi tía se había quedado sin sus dulces favoritos y me ofrecí para ir a la tienda a comprar más. Pero de camino empecé a sentir algo muy extraño: las piernas me temblaban y tuve una sensación rara en el estómago. 

De repente, la calle desapareció ante mis ojos.
Poco después reapareció, pero muchas cosas eran diferentes.
Había vuelto al pasado.

Me llamo Gwen y soy la última viajera del tiempo. Así empieza la aventura de mi vida...


Gwen vive en una nube...¡con Gideon! 


Aunque es muy consciente de que el amor entre dos viajeros en el tiempo puede guardar sorpresas traicioneras. Por suerte, tiene muy buenos consejeros: su mejor amiga, Leslie, su compinche, James el fantasma, y Xemenius, una gárgola que se mete en bastantes líos. 


Además, Gwen y Gideon tienen problemas más importantes de los que ocuparse... Por ejemplo, salvar el mundo. O aprender a bailar un minué (que no es nada fácil). Sin embargo, ambos deberán entender que el amor tendría que pasar por delante de lo demás; sobre todo cuando caigan en las redes del Conde de Saint Germain...


«¿No podríamos seguir siendo amigos?» Seguro que muere un hada cada vez que en algún lugar del mundo se pronuncia esta pregunta. Pero el perfectísimo Gideon de Villiers -a quien Xemerius prefiere llamar «el innombrable»- no tiene suficiente sensibilidad ni para pensar en las hadas ni para dejar de pisotear mi corazoncito. Si no fuera porque cuando le miro se me corta la respiración y me tiemblan las piernas, le hubiese soltado un bofetón que le habría mandado directo al siglo XIX sin necesidad de cronógrafo... Aunque, en lugar de hacer eso, solo le fulminé con la mirada y me alejé. Al fin y al cabo, éramos los dos últimos viajeros en el tiempo y en pocas horas saltaríamos juntos a 1782 con una misión a vida o muerte.

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