AHORA ERA EL TURNO DE MICHAEL...
Ambos sabemos qué es esto, incluso si nunca lo hemos dicho. Estaba tan cerca de decirle. Entonces llegó mi ascenso. Pensé que teníamos más tiempo. Más tiempo para romper las últimas barreras. Más tiempo para resolver las cosas por nuestra cuenta. Elegirnos el uno al otro voluntariamente, no porque mi traslado a Sydney nos obligue a tomarnos de las manos. Así no.
Las cosas entre nosotros ya están rotas. Y crear algún tipo de relación de larga distancia hasta que encontremos algo mejor podría romper las cosas entre nosotros aún más. Los dos guardamos secretos. Los dos dijimos mentiras. Ambos mantuvimos la farsa. Y, como no somos idiotas, cada uno de nosotros sabía que el otro lo estaba haciendo.
No estoy orgulloso de todas las reglas que rompí, de todas las verdades a medias que le he dejado creer. Hice lo que hacen todos los hombres a los que les gusta una chica: le enseñé lo mejor de mí en un intento desesperado de gustarle. Arreglar cosas entre nosotros ahora no se trata solo de superar la distancia, se trata de superar las mentiras. Pero he escondido más de lo que ella tiene. Y hay cosas que ella quiere saber. Ella tenía razón sobre mí todo el tiempo.
Éste y los demás aquí
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