domingo, 24 de julio de 2016

Noticias: Fragmento de 'It End With Us' - Colleen Hoover


CAPÍTULO 1

Mientras me siento con un pie a cada lado del precipicio, mirando hacia abajo desde 12 pisos a las calles de Boston, no puedo evitar pensar en el suicidio.


No el mio. Me gusta lo suficiente mi vida para querer ver más allá.


Estoy más enfocada en otra gente, y cómo ellos llegan a una decisión final de solo terminar sus propios días. ¿Alguna vez se arrepienten?En el momento de dejarse ir y un segundo antes de llegar al impacto, debe haber un pequeño remordimiento en esa breve caída libre. ¿Miran hacia el suelo mientras se acerca a ellos y piensan, “Bueno, mierda. Esta fue una mala idea”?


De alguna manera, creo que no.


Pienso mucho sobre la muerte. Particularmente hoy, considerando que justo – doce horas antes- di una de las más épicas elegías que la gente de Plethora, Maine, han sido testigos alguna vez. Está bien, quizás no fue la más épica. Fácilmente pudo haber sido la más desastrosa. Supongo que eso depende a quién le preguntes, a mi madre o a mí. Mi madre, quien probablemente no me hablará por un año después de hoy. 


No me malinterpretes: la elegía que di no era lo suficientemente profunda para hacer historia, como la que Brooke Shields dio en el funeral de Michael Jackson. O la que dio la hermana de Steve Job. O la del hermano de Pat Tillman. Pero fue épica a su propia manera. 


Estaba nerviosa al principio. Era el funeral del prodigioso Andrew Bloom, después de todo. Adorado alcalde de mi ciudad natal de Plethora, Maine. Dueño de la más prestigiosa agencia de bienes raíces en los límites de la ciudad. Esposo de la sumamente adorada Jenny Bloom, la más reverenciada asistente de profesora en todo Plethora. Y padre de Lily Bloom – la extraña chica con el errático pelo rojo, quien una vez se enamoró del chico sin hogar y trajo gran vergüenza a su familia completa. 

Esa sería yo. Soy Lily Bloom, y Andrew era mi padre. 


En cuanto terminé de dar su elegía hoy, tomé un vuelo directo a Boston y secuestré la primera azotea que encontré. De nuevo, no porque soy suicida. No tengo planes de saltar de este techo. Realmente solo quería aire fresco y silencio, y maldición si no puedo tenerlo en mi departamento del tercer piso con absolutamente ningún acceso a azotea y sin compañera de cuarto a quien le gusta escucharse a sí misma cantar. 
No pensé en qué tan frío sería aquí arriba, eso sí. No es inaguantable, pero no es cómodo tampoco. Por lo menos puedo ver las estrellas. Padres muertos y compañeras de cuarto desesperantes y elegías cuestionables no se sienten tan mal cuando el cielo nocturno es lo suficientemente claro para literalmente sentir la grandeza del universo. Amo cuando el cielo me hace sentir insignificante. Amo esta noche. Bueno… déjame reordenar esa frase para que refleje más apropiadamente mis sentimientos en tiempo pasado. Me gustaba esta noche.
Pero desafortunadamente para mí, la puerta acaba de ser abierta tan fuerte, que espero que la escala escupa a un humano al techo. La puerta se cierra de nuevo y pisadas se mueven suavemente por la suelo. Ni siquiera me molesto en mirar hacia arriba. Quien quiera que sea lo más probable es que ni siquiera me note aquí atrás montando a horcajadas el borde a la izquierda de la puerta. Vienen aquí con tal apuro que no es mi culpa si asumen que están solos. 
Suspiro calladamente, cierro mis ojos y apoyo mi cabeza contra la pared de estuco atrás mío, maldiciendo al universo por deslizar este pacífico, introspectivo momento lejos de mi. Lo menos que el universo podría hacer para mí hoy es asegurar que sea una mujer y no un hombre. Si voy a tener compañía, preferiría que fuera femenina. Soy ruda para mi porte y podría probablemente sostenerme en la mayoría de los casos, pero estoy demasiado cómoda ahora mismo para estar en una azotea sola con un extraño en medio de la noche. Quizás tema por mi seguridad y sienta la necesidad de irme, y realmente no quiero hacerlo. Como dije antes…estoy cómoda. 
Finalmente dejo a mi ojos hacer un viaje por la silueta que se está apoyando en la cornisa. Como tengo suerte, definitivamente es masculina. Incluso apoyándose sobre la barandilla, puedo decir que es alto. Hombros anchos crean un fuerte contraste al frágil modo en que está sosteniendo su cabeza en su manos. Apenas puedo notar el fuerte subir y bajar de su espalda mientras toma profundos respiros y los fuerza afuera cuando los termina. 
Pareciera ser que está al borde de un colapso. Contemplo hablar para hacerle saber que tiene compañía, o aclarar mi garganta, pero entre pensarlo y realmente hacerlo, él se da vuelta y patea una de las sillas del patio tras él. 
Me encojo mientras se desliza por por el piso, pero como él no se da cuenta que tiene audiencia, el hombre no para con tan solo esa patada. Patea la silla repetidamente, una y otra vez. En vez de doblarse por la fuerza de la fuerza bruta de su pie, todo lo que la silla hace es deslizarse más y más lejos de él. 
Esa silla debe estar hecha de polímero tipo marino.  
Una vez vi a mi padre golpear una mesa del patio de afuera de este tipo y prácticamente se rió de él. Abolló su parachoque, pero ni siquiera rayó la mesa. 
Este tipo debe darse cuenta que no es un igual para material de tan alta calidad, porque finalmente para  de patear la silla. Ahora está parado sobre ella, manos apretadas en puños a sus lados. Para ser honesta, estoy un poco envidiosa. Aquí está este tipo, echando afuera su agresión en un mobiliario de un patio como un campeón. Obviamente ha tenido un día de mierda, como yo, pero yo guardo mi agresión hasta que se manifiesta de una manera pasiva-agresiva, este chico tiene una salida. 
Mi salida solía ser jardinear. Cualquier momento en que estaba estresada, solo iba al patio trasero y quitaba cada hierba que podía encontrar. Pero desde el día que me mudé a Boston dos años atrás, ni siquiera tengo un patio trasero. O un patio. Ni siquiera tengo hierbas. 
Quizás necesito invertir en una silla de patio de polímero tipo marino. 
Miro al tipo un momento más, preguntándome si alguna vez se moverá. Solo está parado ahí, mirando hacia la silla. Sus manos ya no están en puños. Están descansando en sus caderas, y noto por primera vez cómo su polera no le calza muy bien alrededor de sus biceps. Le calza en todos los otros lados, pero sus brazos son enormes. Él comienza a buscar en sus bolsillos hasta que encuentra lo que ha estado buscando y – en lo que estoy segura es probablemente un esfuerzo por soltar más agresividad- prende un porro. 
Tengo veintitrés, he ido a la Universidad y he fumado la misma droga recreacionalmente una o dos veces. No voy a juzgar a este chico por sentir la necesidad de drogarse en privado. Pero esa es la cuestión – él no está en privado. Solo que todavía no sabe eso. 
Toma una larga fumada de su porro y comienza a darse vuelta a la cornisa. Me nota cuando está exhalando. Para de caminar el segundo que nuestros ojos se encuentran. Su expresión no muestra sorpresa, ni tampoco diversión cuando me ve. Está a 10 pies lejos de mí, pero hay suficiente luz de las estrellas que puedo ver sus ojos y lentamente se arrastran por mi cuerpo sin revelar un solo pensamiento. Este tipo guarda bien sus cartas. Su mirada es estrecha y su boca está tensa, como una versión masculina de la Mona Lisa. 

-¿Cuál es tu nombre?- pregunta. 


*Continuará*

(Gracias a "locaxloslibros" por la traducción)


No están ansios@s por leerlo?? 
Ya quiero tenerlo en mis manos!!! 

2 comentarios:

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